Quería que me robaran…
Hace un par de días, me llegó
por alguna red social, un escrito que decía algo así como: “Voy a salir… y
dejaré en casa mi reloj, mi billetera y mis tarjetas de crédito, para que, si
alguien me quiere robar algo, me robe a mí.” Y no encontré que este escrito era
gracioso. La soledad no es graciosa. La soledad es muy triste. Y dentro de esta
línea de pensamiento, recordé que unos trece años atrás, cuando yo sentí esa
soledad, una niña llamada Ruth me robó un pedazo de mi corazón. Ahora ella
guarda el mío, como yo guardo el que a ella yo le robé. Y este es un final
feliz, para una historia que comenzó triste… y que ya no lo es… porque ambos vencimos
a la soledad.
Humberto Silva Morelli
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