lunes, 11 de noviembre de 2019

Mi despedida para David




Mi despedida para David…
 (Dueño, editorialista, periodista, editor del semanario "ANAJNU", y muy amigo mío)

Falleció mi amigo y compañero de ideales David Abodowsky. Era un hombre que nunca hirió a nadie. Era querido, era un demócrata convencido y un sionista de corazón. Gustaba de lo yo escribía, especialmente mi poesía, cuyo fondo es mi amor por lo bueno de la vida. Cuya forma es la libertad de mi pluma para cantarle a la belleza del mundo que me rodea y a criticar para mejorar lo que el hombre esclaviza, dentro de su egolatría. ¿Cuántas veces yo le conté mis penas y él sus alegrías? La última vez que conversamos fue por teléfono, el viernes en cuya noche falleció. Se estaba sentando para almorzar. El me lo dijo. ¿Y cómo quedaste David… después del tratamiento (quimioterapia)? Un poco cansado, después de almuerzo voy a reposar. Tienes que cuidarte. Y tú también… tienes que llegar a los 120. No lo creo… me faltan como 28 años y me siento con más de 100. Pero tienes que llegar a los 120 para que juntos los celebremos. Si es así… le haré empeño… termina el almuerzo y descansa… después te voy a llamar. Corté y como cinco horas después lo volví a llamar. Su teléfono no me contestó. Llamé después a Leito (Leonor) su señora y me dijo que él se había dormido y seguía descansando. Aliviado no lo volví a llamar. En la mañana del sábado 9 de noviembre de 2019, supe que su alma había partido para encontrarse con el Señor y con los ojos húmedos de emoción… yo rogué…

"Dios mío, lleno de misericordia, que moras en lo alto… que moras en mi cielo… otorga perfecto descanso bajo las protectoras alas de tu Presencia Divina a nuestro amigo y hermano en la Fe… David Abodowsky.  Por lo tanto, te pido… Maestro de la Misericordia que lo protejas para siempre, amparado por el refugio de tus alas, que cubrirán su alma con la manta de la vida. Por eso… querido amigo… la Eternidad será tu herencia… mientras tu cuerpo descansa pacíficamente en su lugar de reposo"… al terminar… lleno de tristeza… sólo dije Amén.

Después en el cementerio nuevamente lo despedí… y sólo el silencio me respondió. Sin embargo, creo que él, como yo… no querría que me recordaran con la tristeza de mi partida. Yo querría que me recordaran por el amor que he dado en vida. Yo querría que me recordaran con la alegría con que yo he vivido mi vida… aún dentro de los desastres cuyo dolor y por un tiempo, borraron de mi memoria, todo lo ocurrido. La vida es un don, que uno debe saborear, dando y compartiendo sin regatear. Si… la vida tiene instantes dolorosos que sirven para aprender… nada más… y tiene tiempos de amor con alegrías, que uno debe atesorar… y repetirlos… y saborearlos… porque ellos como los dolores… los amores y las alegrías, también se van. Y como dijo el antiguo poeta: Y hasta quizás la muerte que nos hiere, también tendrá su muerte: ¡Miserere!

Para David de Humberto.
(Su alma me está escuchando)

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