Mi historia relacionada con los números de mis poemas.





HIMNO DE LOS ESTUDIANTES AMERICANOS

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La música de este himno es de don Enrique Soro Barriga (1884-1954). Compositor y pedagogo, considerado uno de los músicos más destacados de Chile. La letra del Himno es del escritor y político peruano, don José Gálvez Barrenechea (1885-1957)


Coro

¡Juventud, juventud, torbellino
soplo eterno de eterna ilusión,
fulge el sol en el largo camino
que ha nacido la nueva canción!


I
Sobre el viejo pasado soñemos,
en sus ruinas hagamos jardín,
y marchando al futuro cantemos
que a lo lejos resuena un clarín.


II

Con la mirada embriagada en los cielos
y aromados por una mujer,
fecundemos los vagos anhelos
y seamos mejores que ayer.


III

Consagremos orgullo en la herida
y sintamos la fe del dolor,
y triunfemos del mal de la vida
con un frágil ensueño de amor.


IV

Que las dulces amadas suspiren
de pasión al mirarnos pasar,
que los viejos maestros admiren
al tropel que los va a superar.


Coro

¡Juventud, juventud, torbellino
soplo eterno de eterna ilusión,
fulge el sol en el largo camino
que ha nacido la nueva canción!




Cuando entré a la universidad en 1946, esta fue la letra de la canción que marcó mi vida. Entonces mi alma cantaba sólo tres canciones: el “Himno de los Estudiantes Americanos”, el “Himno de la Universidad de Chile” y el tango “Uno”. Eso no quiere decir que no supiera otras melodías entonces de moda, como las olvidadas canciones de la Resistencia Española y las aún hermosas rancheras mexicanas.

Cuando entré a la universidad en 1946, mi alma comenzó a volar. Un nuevo mundo se abría ante mi y yo lo podía alcanzar. Estudié como no lo hice en el liceo. En el liceo me obligaban a estudiar. Aquí enseñaban mi futuro y lentamente comencé a aprender lo que nadie me obligaba. Y lo hice con tesón. Antes, aprender era una obligación, ahora era un juego. Era el juego de mi vida que hacía mi futuro.

Mi pubertad física, estuvo como adolescencia espiritual muy poco tiempo. Mi padre dejó de ser un sabio por muy poco tiempo. De sabio por su saber, estuvo como dos años a nivel de patán hasta que yo sin saberlo, lo volví a considerar sabio por su saber con el agregado de ser sabio también por su sabiduría. Entonces comencé a ser adulto y comencé a soñar despierto. Salvo una pesadilla que aún recuerdo, nunca he soñado durmiendo, como lo hace todo el mundo. Siempre soñé despierto. Y la letra de la canción “Himno de los Estudiantes Americanos”, interpretaba mis sueños. Y todos los que soñaban como yo la cantaban. En los clásicos del football, la cantaban. Pero entonces el fooball no era profesional. Eran estudiantes de la Chile, los que jugaban. Eran olvidados amigos que jugaban. En odontología no teníamos futbolistas pero en medicina y en ingeniería hubo conocidos en el equipo de la Chile y amigos con otros destinos, que aún son amigos míos..

En odontología teníamos basquetbolistas. En mi curso estudiaban Mirko Lolic y Willy Mac Pherson. Ambos famosos como deportistas. Y en esa época de encuentros, encontré al amor, que sería el amor de mi vida… pero yo entonces no lo sabía. A ella mi alma le escribió “Cuando iba pasando la vi”. Así la conocí.



Cuando iba pasando la vi...


Cuando iba pasando la vi,
taconeando con bello andar.

Era hermosa,
era diosa,
era así.

Caminando era pantera.
Era bella, bella entera,
caminando la vi.

Su cuerpo ondulante,
era cual fina armonía,
que baja y sube anhelante,
siguiendo la melodía.

Sus plantas tocaban la tierra,
tierra llena de dolor,
que entre sus garras encierra,
tanto maldad como amor.

Era un sueño de ambrosía.
Un sueño hecho de mar.
Era ritmo y poesía,
taconeando con bello andar.

Mientras esto el pensaba,
una mujer se alejaba
con lento y seguro andar.

Y a esa mujer un día,
yo creí verla pasar.




En esos años yo no sabía que yo podía escribir lo que mi alma sentía. Por eso escribí muy pocas poesías y fui un odontólogo dedicado y exitoso como yo quería. Pero llegó un día en que mi alma llorando dominó mi vida. Entonces recién supe que yo tenía alma y que yo creía en lo que no sabía.

Mientras mi alma perdía el amor que la sustentaba y yo nada podía hacer para detener a Esther mientras ella partía. Cuando eso pasaba… yo supe que con todo lo que yo sabía, nada podía hacer mientras ella moría. Entonces le dije… ¿Qué puedo hacer yo para llenarte de amor, vida mía? Mi alma le preguntaba y su alma me respondió… Escríbeme poesías como cuando yo te conocí… Eso me dijiste. Nuevamente estudié. Ahora sabía que escribiendo debía… hacer hablar al alma mía. Y escribí. Y aprendí a ser poeta. El amor, el dolor y la nueva fe que tenía, hicieron lo que yo soy hoy día.

En diciembre del año 2006, ella se fue y yo quise ir con ella, y tuve un Ca, al parecer incipiente. Pero mi destino tenía una sorpresa. Mi destino era vivir, era seguir amando y seguir siendo amado. Mi destino era terminar cantando un canto de amor que cuando joven había iniciado y que aún no había terminado. Así sané y mi dolor… y mi amor, me hicieron seguir escribiendo poesía.

Días antes de fallecer… Esther me dijo.: No te aflijas. A tu vida llegará una muy buena mujer que será tu nueva vida. Un año después… el día que terminó mi duelo. El día en el que dejé a Esther al cuidado del Señor. Ese mismo día… el viernes 2 de noviembre de 2007. Ese mismo día, cuando recé por Esther y salí del templo para seguir mi vida. Ese mismo día, una niña hermosa se acercó a mi… y me preguntó… y mi corazón palpitó… y mi alma me dijo… y dos días después, lo escribí en esta poesía.




Lunes 5 de Noviembre

(Ayer)


Ayer salí
y volví a amar.

En el aire sentí
la brisa del mar…

Sentí que el cielo
desgarraba su velo..

Hablamos…
y hablando nos amamos.

Te he sentido.

He vivido.

Amor dulce,
dulce querer.

Eres un dulce…
mujer.





Y esa nueva alma llenó mi vida. Sin olvidar nada de mi bello pasado, caí nuevamente enamorado. Esa niña hermosa se llama Ruth. Y tanto Esther como Ruth son bellos libros de mi Tanaj, festejados por mi Torah., libro que yo de chico había santificado, y que no lo supe hasta que el dolor de mi alma me lo enseñó.

Cuando comencé a escribir poesía. Cuando Esther me lo pidió… yo decidí numerar mis poemas. Comencé dándole los primeros números a los que primero escribí y que encontré “ratoneando” en una vieja libreta. Dicen que los ratones se abrigan con los papeles que guardan en sus cuevas. Esa vieja libreta, que entonces y por casualidad… hallé y que hoy nuevamente yace perdida, la tenía con muchos recuerdos de juventud. Y ya con varios poemas, decidí numerarlos. Los inicié y los escribí así… 0001. Lo importante no es que el 0001 sea el primero, porque no lo es, aunque sea de los primeros. Lo importante es que yo coloqué tres ceros antes del numero “uno” indicando, con mucho optimismo, que deseaba escribir más de mil poemas y que yo me iría antes de los 9999 poemas. Hoy 14 de mayo de 2013, he terminado de escribir mi poema # 908 y decidí contar lo de esta numeración, porque lo que se inició con una ilusión, hoy… dentro de un año, meses más o meses menos, será una realidad, si el Caballero de arriba lo permite.

Y esta es una muy hermosa realidad.

En mi larga vida he sido muy amado y aún sigo enamorado. Y eso es poesía. Y por eso puedo escribir poesía y decirle a mi Ruth… cuando abro los ojos en todas mis mañanas…


Siempre estás muy hermosa
niña mía…

Siempre te veo como una rosa
llena de alegría.



Para mis amigos… muchos de los cuales son jóvenes y tienen la edad que yo tuve y las ilusiones que aún no he perdido… que aún están a mi lado… que aún el viento no las ha llevado… porque aún no han pasado al olvido.



Humberto

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