lunes, 30 de enero de 2012

Así la vi... cuando la conocí.


Con sus ojos de tierno cielo,
y cabello color de miel,
ella era diosa de bello andar.

Su alegría mecía nubes.
Su ingenio cortaba soles.
Era un alma delicada
que comía LIBERTAD.
Que moría si se amarraba,
o si no podía volar.

A esa vida, vida mía,
yo la quise cuidar,
y la cuido hasta hoy día,
sin dejarla de amar.



Poema para Esther
Primera versión en 1948
La última versión es del 2004



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