lunes, 3 de diciembre de 2018

¡¡¡Vamos Chilenos!!!...



¡¡¡Vamos Chilenos!!!... Que vamos a ganar.

¡¡¡Vamos Chilenos!!!...
Que vamos a ganar.

Es el grito de guerra…
que ayer resonó
rugió…
en nuestra tierra
para mostrar…
que de la cordillera al mar…
Chile está lleno de chilenos…
casi todos buenos…
que quieren dar…
amar…
y ayudar.

Lo que no hemos sabido
ni querido,
ver…
Chile lo ha alcanzado…
la Teletón lo ha mostrado…
Ella ha desnudado
nuestra alma en su querer.

¡Cuánto dolor ha sanado!
¡Cuánto temor ha aliviado!
¡Cuánta esperanza ha llevado!...
a los que no pueden pagar.

¡Cuántas vidas ha regalado!...
a los que no tienen un amparo para suplicar.

Mirando
 y lagrimeando…
mi pena escondí…
cuando vi…
a una señora de edad…
sin dientes para comer…
juntar…
dinero para regalar…
en un acto de caridad…
sabiendo que ese dinero
todo entero…
ella nunca lo pudo tener.

En la tele ella salió…
La tele la mostró…
y creo que nadie la vio. (*)

Ahora vamos otra historia
para mí contradictoria.

En la TV mostraron a un caballero…
que no estaba entero…
Ni brazos ni piernas…
sólo muñones tenía…
Pero irradiaba alegría…
cuando con miradas tiernas
explicaba…
que él era feliz y amaba…
porque lo habían ayudado…
dándole prótesis para volver a vivir…
para volver a sentir
qué podía ser amado.

Él fue ayudado.
Fue amado.
Ahora él estaba ayudando…
estaba enseñando…
lo hermoso que es vivir enamorado.

Gracias Mario Kreutzberger…
por enseñarnos que en Chile hay gente buena por doquier.
Por enseñarnos que aquí hay gente que quiere sólo por querer.



                                                                                   Humberto Silva Morelli 



(*)  Aun ronda en mi memoria la bondadosa, y por ello… la hermosa cara de esa señora, que no tuvo para ella, lo que ella necesitaba y que no podía pagar… pero que dio todo lo que ella había juntado, para otros tuvieran lo que ellos necesitaban y que no podían comprar. Cuando eso sucedió… cuando en la tele ella salió… cuando la tele la mostró y nadie la vio… entonces sentí que el corazón de esa señora… ese corazón que nadie vio… que nadie acarició… era más valioso, que todos esos cofres olvidados, pero llenos de oro, que yacen perdidos en el fondo del mar. Cuando de amor se trata, creo que todos somos ciegos, porque no lo podemos ver y si no lo podemos ver, jamás lo podremos imitar ni dar en su real plenitud.

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