Hace meses… quise escribir
sobre “poesía”.
Humberto
Silva Morelli
Porque soy
poeta, hace meses quise escribir sobre lo que yo siento que es “poesía” y fui
frenado cuando los antiguos y hoy normalmente mimetizados pinochetistas, aparecen
nuevamente juntos como enemigos de la “gratuidad de la educación”… planteando
la necesidad de tener primero una educación de calidad, dado que masificar una mala educación , como la municipal de hoy,
era sólo impedir que los educandos con buenas técnicas, fueran arrastrados a la
ignominia de la ignorancia y esto es un evidente atentado contra la libertad
que exigen los Derechos Humanos. Parece razonable… ¿O no?
Como yo rara
vez me equivoco cuando veo intenciones que atentan contra mi moral, aunque no
pueda definir dónde está la trampita, me detuve un tiempo, pero ya la encontré.
Tarde… pero más vale tarde que nunca. Sin embargo en este instante no tocaré el
tema de la trampita, porque ella es tan sibilina, que sin darme cuenta puedo hacer
que ustedes caigan en ella, como han caído muchos políticos inteligentes y primitivamente
partidarios de la enseñanza gratuita.
Empecemos con
lo elemental. La educación en un país, como en cualquier sociedad humana,
aunque esté dada por la sumatoria de las educaciones individuales, no es
similar a la confección de cualquier elemento material. Por tanto una educación
de calidad no se puede lograr con los mismos métodos con lo que se logran
tuercas de calidad. La educación es un fenómeno social, la fabricación de
tuercas no es un fenómeno social. Alguna persona no muy versada se podría
preguntar… ¿Y cuál es la diferencia? La diferencia está en que la educación, así
llamada para los seres humanos, que también se podría llamar adiestramiento
para los no humanos, se refiere sólo a un tipo de entrenamiento muy
especial, proporcionado para que los
seres que se integran a una sociedad, sólo por el hecho de nacer en ella, sean
posteriormente individuos útiles dentro de ella. Esta educación, adiestramiento
o entrenamiento, se relaciona íntimamente con las capacidades de integración
que tengan las familias -padre, madre e hijos que conviven- de esos seres
humanos y después de esto, se relaciona -no necesaria íntimamente- con lo que
puede otorgar el Estado, siendo el resultado final una sumatoria de lo posible
de lograr en cada una de las partes involucradas. Es así como el amor a la
lectura, no se puede lograr en toda su intensidad, dentro de familias que no
leen… y de ahí nace todo. Por eso es cierto que el hijo de un esclavo debe ser
esclavo. Y también es cierto, que no todos los que portan el collar de esclavos
son esclavos. Aquí no considero las excepciones que confirman la regla, como la
del poeta Horacio, contemporáneo de Virgilio, que siendo su madre esclava y su
padre un hombre libre, en su época y hasta hoy, es grande entre los grandes. Y
esta verdad… que intuitivamente puede nacer sólo con la astucia más que con el
saber, se ve definitivamente en un dato de una encuesta casi reciente,
realizada por Microdatos, un departamento especializado de la universidad de
Chile que textualmente explicita: El 84% de los chilenos que saben leer, no
entienden lo que leen. Así se explica todo, dentro de un mundo movido por el
“marketing”, así dicho por los siúticos pocos conocedores del español, o por el
mercadeo para los que aceptamos a la RAE. Pero para que me entienda ese 84%
aludido por Microdatos, en este escrito seguiré usando la palabra marketing en
lugar de mercadeo.
Ahora volvamos
a la ya aludidas “tuercas”. Para tener tuercas de buena calidad, y resumiendo
mucho a Deming… diremos… “Para tener
tuercas que sirvan para lo que se espera de ellas”, sólo se necesitan
buenos materiales y una máquina que las haga dentro de las especificaciones
necesarias. Ahora y hago esta pregunta a todos aquellos padres que defienden el
lucro en la educación, pensando que una escuela, liceo u otra institución con fines similares, es
como una fábrica de tuercas, ¿saben que en un reciente artículo el distinguido Ex
Rector de la Universidad de Chile, el
profesor Luis Riveros comentó que los indicadores del Foro Económico Mundial
dice que nuestro país se encuentra en el 15%
de los países con… “más mala
educación en matemáticas y ciencias” y que “el 10% de los peores estudiantes del sistema público de Shanghái
(China), resulta ser mejor que el 10% de los mejores estudiantes del sistema
chileno”. No quiero seguir con las encuestas porque con estas creo que
bastan, hasta para que ese 84% de connacionales ya nombrado, entienda, que
defienden lo indefendible.
Aquí la
gratuidad o el cobro no son lo importante, aunque así quiere el “marketing” de
la derecha, que lo entienda Chile. Lo verdaderamente importante y que el “marketing” aludido oculta, es que
el acceso a la educación no se vea limitado por la desigualdad económica que
hoy como ayer, padece Chile. Y en los términos positivos que usa ahora nuestro
gobierno, se debiera lograr una perfecta equidad, que para la RAE significa en su
5ª acepción: Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece. Y
esa definición, hoy sólo interpreta uno de los más importantes preceptos
morales, de todas las religiones de origen hebreo, que hoy también es el
primero de todos los artículos de la Declaración de los Derechos Humanos que
textualmente dice: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros.
¿Se entiende
ahora por qué la educación debe ser libre para todos, sin obligar a aquellos
que la deseen pagar? ¿Se entiende ahora por qué lo que hicieron Pinochet y
todos sus cómplices pasivos y activos sólo en educación, es realmente una
maldad? ¿Se entiende ahora por qué, para empezar a tener calidad… en este caso
se debe comenzar teniendo gratuidad?
Estimado
lector… Si aún usted no ha comprendido la necesidad moral y metodológica, de
lograr la gratuidad para la educación, para iniciar el cambio que nos lleve a
tener una educación de calidad, que no sea lo que hoy nos avergüenza ante el
mundo, es que usted aún no comprendido la diferencia entre educar y fabricar.
Si ha entendido la diferencia, entonces sólo espero que usted ayude a su país,
influyendo cómo pueda, porque el camino es largo y lleno de espinas.
Finalmente sólo
me queda recordar el viejo aforismo ético: El
camino al Infierno siempre está pavimentado con buenas intenciones. Y eso
es lo que a mí se me había olvidado. Por eso hoy no escribí sobre poesía,
aunque lo que he dicho, en algún tiempo más que yo no veré, servirá para
escribir poesía. Ahora dejaré correr el tiempo… y mientras el tiempo pasa,
seguiré escribiendo sobre el amor, que tanto necesitamos y olvidamos. También seguiré
mostrando a la falta de amor, como una lacra que ya deberíamos haber eliminado.
Por eso, algunos de mis poemas son y serán como el siguiente…
Y
así sentí...
Era
Poeta y tenía,
tenía
hijos y mujer...
y
con ellos él moría,
moría
sin comprender.
En
la calle él vendía
su
alma y su querer.
Vendía
su poesía,
poesía
para comer.
Así
el Poeta moría
como
luz de atardecer.
Así
el pobre moría,
moría
por no valer.
En
ese pueblo no valía,
porque
todo era vender.
Sólo
aquel que vendía,
tenía
derecho a comer.
Allí
todo el que nacía,
no
sabía lo que es querer.
Sin
amor se crecía,
se
crecía para tener.
¡Cuánta
tristeza había!
Había
y sin saber.
¡Qué
tristeza, vida mía!
Es
una vida sin querer.
Por
eso Poeta decía:
¿Para
qué tanto doler?
¿No
es mejor vivir alegría,
que
morir en vez de ser?
Es
amargo repetía,
amargo
de viejo entender,
que
aquí todo moría,
se
moría con sólo nacer.
Por
eso el Poeta vivía,
feliz
según su entender,
feliz
porque aún tenía,
poemas
para vender..
H.S.M.
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