Los descendientes de Esther (Z.L.)
Los hijos
son la herencia de Yavé. (1)
Son el amor que se ve,
y del alma regocijos.
Son esa gran familia
que auxilia
nuestro Yavé.
Mi primera esposa Esther,
quería a su abuela Esther (2)
aunque no la conoció…
y amaba a sus padres
como a mis padres
los quise yo.
Yo soy Humberto.
Papá se llamaba así…
Y cerquita de mí
estuvo Esther…
cuyo nombre honraba a su
abuela
en el más allá…
y a la Reina Esther,
de esa bella y dulce escuela
que evoca mi Torá.
Mi hija se llama Mireya
Esther
en recuerdo de su mamá…
y de su tierna tátara abuela
que está
en el más allá.
Y allí…
para mí
terminó…
el nombre de ese querer
llamado Esther…
nombre que es la bella
“Estrella”
que quise yo.
Hoy nadie en la familia mía…
tiene el nombre de esa madre
que los quería.
De esa vieja amada mía
que quise yo.
Pero nada se ha perdido…
Esther será recordada…
será amada
por mi poesía.
Porque sus acciones
son canciones
del alma mía…
y mis versos son el amor que
se ve.
Son los versos de esa familia…
a la que aún auxilia
Yavé.
Humberto Silva
Morelli
(1).-
Referencia al Salmo 127 del
Libro de los Salmos del Tanaj y a lo que se debe entender cuando se capta lo
que nos dice la Parashá Vaiejí y las primeras frases del Pirkei Avot.
(2).- En la antigua
tradición judía, uno daba el nombre de un antepasado querido o admirado, a un
hijo (a), como una forma de recordar a esa neshamá que había partido
(asquenazi), o que iba a partir (sefaradí) por ser de más edad. Esta es la razón
por la que los nombres de las doce tribus de Israel, son los nombres de los
doce hijos de Jacob. Hoy, en este mundo que tanto ha cambiado, donde el ego
domina al corazón, esta hermosa tradición de lo vivido… hasta en las familias
judías más religiosas y virtuosas, va
cayendo en el olvido.
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