La ternura de nuestro
Izcor (*)
La ternura de nuestro
Izcor,
para mirar nuestro
existir
por lo dejado en el
olvido…
yo no lo había
sentido…
y lo sentí cuando
ayer lo escuché.
La dulzura con que
nuestro Izcor
envolvió mi diario
vivir,
por lo dejado en el
olvido…
yo no lo había
percibido…
y lo sentí cuando
ayer lo escuché.
La hermosura que
nuestro Izcor
hace a nuestra alma
advertir,
dentro de lo amado y
lo perdido…
que yo no lo había
vivido…
y lo vi cuando ayer
lo escuché.
La frescura con que
nuestro Izcor
deja a nuestra alma
fluir,
en el recuerdo nunca
perdido…
nunca en el olvido…
de ese amor que no
puede ser vencido…
y lo comprendí cuando
ayer lo escuché.
El Izcor me explicó
y me insistió,
que debía vivir el
hoy
amando lo que soy…
y lo que he dejado…
lo que ha partido,
lo que he amado
aunque yo esté
herido.
Me dijo
y me recordó…
que yo
de ÉL era “Hijo” …
y que debía amar
todo lo que ÉL me
había dado
y también quitado…
Me recordó que debía
amar
para ser amado…
Me recordó que la
belleza de la vida,
no puede ser
arrebatada…
ni perdida…
ni olvidada…
ni destruida…
porque vivir:
es amar y sufrir…
es dar…
es amar…
es dejar y partir.
Y cuando eso pensaba…
mi ser entero volaba…
bañado y bendito
sobre el cielo
infinito...
siguiendo las claras huellas
que deja el cielo
entre sus estrellas.
(*)
Izkor es
una plegaria de Yom Kippur (el Día del Perdón), que tiene un profundo impacto espiritual en el alma de nuestros
seres queridos y fallecidos, y que también deja una profunda impresión
espiritual en quienes la entienden, la dicen y la sienten… logrando que con los
recuerdos de esos amores que han partido, nuestra alma nos impulse a luchar por
hacer del mundo un lugar más afectuoso, más bello y más humano. En la vida
judía, este objetivo de bondad es conocido como olam hajésed yibané,
“construir un mundo de bondad”. Después de ver esta explicación, por favor,
relea el poema y entenderá lo que yo sentí.
Humberto Silva Morelli
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