Para los niños
de la universidad (la“U”) en la que yo enseñé.
Estimados amigos… Yo fui un
activista de izquierda, cuando era estudiante universitario. Pero cuando supe
de las atrocidades que cometía Stalin, dejé de serlo. No concebía ni aún puedo concebir,
que dentro del terror a disentir, pueda existir libertad… y por eso abandoné a
las juventudes comunistas, sin abandonar a mis amigos comunistas.
Yo leía mucho y aún leo, y mucho
de lo que dijo Marx es cierto, pero Marx era un idealista judío, que para mí,
no conocía al hombre en su interior. Tanto es así que el, prefirió pregonar sus
ideas socialistas, a dar la felicidad que toda su familia requería. Como dice
la vieja sabiduría judía: Marx era “sol en la calle y candela en su casa”… y
eso realmente me desilusionó. Sin embargo, sin dejar de considerarlo como un
genio lleno de sueños imposibles… como en su época lo fueron el Rabino Akiva, y
Yoshua de Nazareth, ambos asesinados por los invasores romanos y en otros
campos sociales de sus lejanas tierras… yo marginé de mi memoria sus ideales
por ser imposibles ayer y aún hoy día. Sin embargo, mi anterior esposa Esther (Z.L.)
y yo nos inscribimos en los registros electorales en 1952, para trabajar y
votar por Allende, sin militancia alguna pero sin exagerar, lo que hicimos
hasta que Allende salió elegido Presidente de Chile en 1970, sabiendo entonces,
que los extremistas de izquierda, entre los que campeaban muchos militantes
socialistas, podían alterar las relaciones del poder fáctico con el legal, logrando
así, que la derecha para no perder sus ocultos privilegios de poder, se quitara
su máscara democrática para mostrar su verdadera y demoníaca identidad,
colocando como presidente a un jefe militar incondicional a sus propósitos de
vida y de muerte. Resumiendo mucho, durante la dictadura primero fui exonerado
de mi cargo como profesor universitario y además tuve amenazas de muerte, que
realmente trastornaron a mi familia. Sin embargo conté con ayudas inesperadas,
tanto políticas como de personas en todo el espectro ideológico de esa época, ayudas
que me permitieron mantener un vivir tranquilo, como el que vivo hoy.
Desde que salí de la universidad
como profesional, y aún antes de ello, aprendí que uno debía saber respetar la
diversidad, porque todos somos diversos y esto es una verdad sin remedio
alguno. También aprendí que “toda dictadura” sin excepción, trata de uniformar
a los humanos de alguna manera contra-natura, lo que no es posible ni deseable,
porque une la coerción generalizada a una también generalizada eliminación de
la iniciativa individual, lo que culmina con una detención artificial del
progreso intelectual y material del hombre. Por eso hoy estoy convencido que la
social-democracia es la opción de gobierno que podría llegar a cumplir los
preceptos morales de mi Torá, también llamada El Antiguo Testamento por los
cristianos. Mi problema actual, es sólo que la corrupción del dinero ha
permeado a todo mi país y por ello yo no puedo saber, salvo en algunos casos
que son mis amigos, quien tiene una moral parecida a la mía. Por ello les
escribo este poema a ustedes jóvenes universitarios, para que el fascismo
populista y pseudo-izquierdista, no los deslumbre, no los atraiga y después los
mate como la luz de las ampolletas hace con las polillas, con la única
diferencia que la muerte no distingue entre buenos y malos como hoy pasa con la
yihad en el medio-oriente musulmán. En esas lejanas tierras, hay una guerra
religiosa que esos pueblos deben resolver. Lo malo es que esa guerra la están
exportando y ustedes sin saberlo y sin quererlo, tal vez, la están comprando.
Por eso hoy, y para millones de occidentales, Uds. son la avanzada de los
mensajeros de la muerte, hecho dada vuestra aprobación para un boicot racista, en
contra de quienes el mundo muchas veces ha masacrado. Esto, para muchos
chilenos como yo, fue lo aprobado por la votación de los estudiantes, en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Chile. Por eso y para que recapaciten y vuelvan al camino del amor, o sólo
salgan del camino del odio, es que les he escrito este poema a ustedes, jóvenes
que por vuestra edad, podrían ser bisnietos míos.
Un viejo político chileno, hace
muchos años y después de volver del exilio, en su primer discurso al volver a
Chile… dijo: “El odio nada engendra… Sólo el amor es fecundo”. Y esta sencilla
frase, conocida en todo el mundo, es más famosa que su autor. Piénsenselo
queridos niños, que medio siglo atrás y en otra Facultad de la “U”, ustedes pudieron
haber sido mis alumnos, por eso este poema va para ustedes.
¿Universidad?
¿Yihad?
Para bien o para mal…
toda nuestra historia
es espiral.
Siempre se ha ultrajado…
Siempre se ha robado…
Siempre se ha violado…
Siempre se ha asesinado…
Antes se mataba a
todo un poblado…
y ahora que somos
más…
el hombre guiado por satanás…
mata todo lo que está
habitado.
¿Todo sucede de
repente?
No… al comienzo nada
se siente…
todo de desarrolla
y embrolla
suavemente
soterrado…
casi sin ser notado.
Así mismo…
nació el nazismo
y el fascismo…
Sin saber…
sin entender…
que todo va y viene…
que nada se detiene…
que todo es un cuento de nuca acabar
como son las olas del
ancho mar.
El amor se recibe
cuando se da.
El dolor se recibe
cuando se da.
Todo es así…
Para ti
y para mi.
Y siento…
y lamento
que un joven
universitario
recién salido
del nido
sea un sectario
reaccionario
que se cree izquierdista
y humanista.
La libertad no se
gana matando…
No se gana odiando…
Sólo se gana amando.
No se puede hacer un
mundo mejor,
si no logramos un
mundo de amor.
Cuando alguien te da
mano
y la muerdes…
tu pierdes
a un hermano.
No seas un xenófobo
racista
No seas ese nazista
encubierto…
que vive muerto
porque el odio lo
envenena.
¡Qué pena!
¡No sigas ese camino!
¡Cambia tu destino!
Respeta a la
diversidad.
Trata al mundo con
cariño.
Recuerda que aún eres
un niño
que no sale de la universidad.
Humberto Silva Morelli
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