El que mucho ama… debe aprender a desconfiar.
El que mucho desconfía… debe aprender a amar.
El que sólo piensa… debe hacer.
El que sólo hace… debe pensar.
El que es pacifista debe saber pelear.
El que es luchador debe saber buscar la paz.
El que fluye como un río manso, también debiera poder ser
tan ardiente como el fuego.
El que quema como un horno, también debiera poder fluir como
un río manso.
El que vuela como un pájaro, debiera saber pararse firme
como una roca.
El que está detenido firme sobre una roca, debiera saber
volar como un pájaro.
Por eso… uno debiera ser como un fuego que fluye… como una
roca que vuela… debiera amar y ser precavido… debiera pelear por la paz y
finalmente uno debiera pensar antes de hacer.
Pero nosotros no somos fuego, ni agua, ni aire, ni rocas, ni
pensamientos, ni acciones, ni miedos, ni afectos… porque somos más que todo lo
material y lo inmaterial que nos rodea… somos vida… somos parte del amor… y por
ello, somos parte de la divinidad. Y esto, casi nadie lo entiende. Por eso,
como sociedad, nos cuesta mucho seguir el camino del amor, pero a pesar de ello,
el amor lenta pero firmemente... se está imponiendo.
Sólo esto es lo que se,
sobre lo que yo debo ser.
Humberto Silva
Morelli
(*)
En este escrito he traducido el sentido de lo que nos pide el Rab. Tzvi Freeman
inspirado en lo expresado por el Rebe Menachem Mendel Schneerson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario