Las montañas de Santiago, sobre las que nace nuestro Sol.
He recibido
el dulce acento
de vistas hermosas
en distantes lugares.
Parece el sonido
del viento
al pasar entre rosas
y azahares.
He admirado
el amor apasionado
por la noche oscura.
He visto dulces miradas
mostrando tierras bañadas…
con ternura.
Todo cielo que uno quiere…
es el mejor.
Y la tierra donde uno nace y muere…
siempre es tierra de amor.
Mi Chile no difiere…
Aunque hay amor
y dolor
en mi gente…
a mi tierra
la siento diferente.
Ella encierra
leche y miel.
Ella
es dulce y bella
como un vergel.
Al amanecer…
cuando veo nacer
el día
sobre montes nevados…
veo hilos de fantasía
uniendo corazones enamorados.
Y en la tarde…
en bello alarde
sobre rompientes
del mar,
sientes
a las olas danzar…
despidiendo
a ese Sol que está cayendo
en la lejanía.
A ese Sol que está despidiendo
la luz del día…
para besar
las estrellas.
Para amar
las cosas bellas…
de esta bella tierra mía.
Y en la negrura
infinita
de una sombra oscura…
la luz se marchita.
Se cubre el cielo
de negro terciopelo.
El día oscurece …
para mostrar diamantes
colgantes
de la nada.
Y aparece…
mi noche estrellada
Yo la miro…
Abrazado
y enamorado
suspiro…
Y en esa noche oscura
llena de ternura…
sólo un beso…
sólo un dulce embeleso
con un tierno temblor…
inicia una noche de amor.
………….
………….
………….
………….
………….
Hoy… volví a ver mis estrellas.
Hoy miré mis montañas.
Hoy… sigo enamorado.
Humberto Silva Morelli
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