La siguiente historia me llegó por e-mail de una amiga
y aunque es hermosa, de primera intención no la creí. Después y estudiando
diferentes fuentes en la Internet, me convencí que es verdadera… que es tan verdadera,
que para todas las autoridades actuales, democráticas y no democráticas, esta
historia, no es un ejemplo para difundir. Cuando hoy, a una persona, se le
entrega la facultad de decidir, no es para que piense, sólo es para que siga el
protocolo establecido. Esto es lo que hoy se llama en política, un “tapón eléctrico” o más propiamente un “fusible”. En otras palabras,
esa persona debe seguir un protocolo… si el protocolo falla… esa persona falló
y se va castigada y el jefe se lava las manos. Si todo sale bien, esa persona es un excelente funcionario
porque se apega constantemente al protocolo, hecho por su jefe. Y como esto no sucedió así, el
hombre que tuvo en sus manos el destino del mundo, y lo salvó de su inmediata
destrucción, pero no siguió el protocolo, fue separado de su cargo, jubilado con una miseria y finalmente
ignorado… por todos… por sus amigos y por los afectados que no eran sus amigos.
Veamos lo que me llegó:
A
veces en la historia es más importante lo que casi pasó que lo que realmente
ocurrió. Y quizás lo más asombroso de estas increíbles historias de héroes tan
lejos del glamour de las historietas sean los sincronismos que las rodean.
Les
voy a contar cómo hace 32 años, un hombre del que la mayor parte del mundo
jamás ha oído hablar se convertiría en el héroe más grande y más desconocido de
todos los tiempos, por haber salvado “literalmente” al mundo de un Apocalipsis
atómico.
Corría
el año 1983, plena guerra fría, pero tan caliente como no lo había estado desde
la crisis de los misiles en Cuba. El 23 de marzo, el Presidente Reagan lanzó
“Star Wars – Guerra de las Galaxias”, llamando literalmente a Rusia “El Imperio
del Mal”. Esta posición contaba con un importantísimo aliado igualmente
decidido en terminar con el comunismo, Juan Pablo II.
Los
planetas parecían alineados para acabar con la Unión Soviética, y los
soviéticos se lo tomaron muy en serio. EEUU
y la OTAN planeaban, entre otras cosas, colocar misiles en Alemania Occidental y organizaban un
ejercicio militar en Europa,
Pero
los líderes de URSS eran de la generación de la Segunda Guerra y recordaban
perfectamente cómo, con el pretexto de un ejercicio, Hitler había engañado a
Stalin y lanzado la Operación Barbarroja. Permitir que se repitiera era
inadmisible, para la mentalidad normal de esa época. Asumieron que lo del
ejercicio era una tapadera para una invasión real, y tomaron su decisión: Disparar
todo su arsenal al recibir la primera indicación de un ataque nuclear. La
tensión era Máxima. A punto tal que el 1° de septiembre de 1983, un avión de
línea surcoreano, entró por error en el espacio aéreo soviético y no dudaron en
derribarlo sin aviso matando a 269 personas, incluido un senador y varios
ciudadanos americanos. Esta historia no podía haber llegado en peor momento.
La
noche del 25 de septiembre de 1983, un Coronel de 44 años de la sección de
inteligencia militar de los servicios secretos de la Unión Soviética llegaba a
su puesto de mando en el Centro de Alerta Temprana de la inteligencia militar,
desde donde coordinaba la defensa aeroespacial rusa. Sin embargo, esa debería
haber sido su noche libre. Fue convocado a último momento porque quien debía
estar, había dado parte de enfermo… Su
trabajo consistía en analizar y verificar todos los datos de los satélites
sobre un posible ataque nuclear americano. Contaba para ello con un Protocolo
sencillo y claro. Para él era tan claro y tan sencillo porque había sido
redactado él mismo…: “Después de las verificaciones correspondientes, debía
alertar a su superior, quien de inmediato iniciaría el contraataque con
armamento nuclear masivo sobre los Estados Unidos y sus aliados.”
Poco
después de la medianoche… exactamente a las 12:14 h. del 26 de septiembre de 1983, todos los
sistemas de alerta rusos saltaron… las sirenas sonaron y las pantallas de las
computadoras mostraban: “ATAQUE DE MISIL NUCLEAR INMINENTE”.
Un
misil había sido lanzado desde una de las bases de los Estados Unidos. Él pidió
mantener la calma y que cada uno hiciera su trabajo. Y él hizo el suyo. Verificó todos los datos y
pidió confirmación de visión aérea. Esto fue lo único que no pudieron confirmar
dadas las condiciones climáticas imperantes.
A
pesar de todas las confirmaciones, concluyó que tenía que haber ocurrido un
error. No era lógico que EEUU lanzara UN SOLO MISIL si estuviera atacando a la
Unión Soviética. Y desestimó la advertencia como una falsa alarma.
Pero
poco después, el sistema indicó UN SEGUNDO MISIL. Y después UN TERCERO.
Preso
de una fuerte descarga de adrenalina, desde el segundo piso del bunker podía
ver, en la sala de operaciones, el gran mapa electrónico de Estados Unidos con
la base militar en la costa Este, desde donde habían sido lanzados los misiles
nucleares, parpadeando.
En
ese momento el sistema indicó otro ataque.
UN CUARTO MISIL NUCLEAR, e inmediatamente UN QUINTO. En menos de 5
minutos, 5 misiles nucleares habían sido lanzados desde bases americanas contra
URSS. El tiempo de vuelo de un misil intercontinental balístico desde los EEUU
era de 20 minutos. La actividad era frenética. Mientras él analizaba… Después
de detectar el objetivo, el sistema de alerta temprana lo hacía pasar por 29
niveles de seguridad que debían confirmar, lo hizo sospechar lo
contundentemente que pasaban las alertas los niveles de seguridad. Sabía que el
sistema podía tener algún mal funcionamiento… Pero, podría todo el sistema
haberse equivocado, 5 veces? ¿O estaba
frente a Armagedón?.
El
principio básico de la estrategia de la Guerra Fría habría sido un lanzamiento
nuclear masivo, una fuerza abrumadora y simultánea de cientos de misiles, no 5
misiles de a uno. Tenía que ser un
error… ¿Pero si no lo era?. ¿Si era una inteligente estrategia
americana?. El holocausto tan temido
estaría sucediendo y él… ¿no haría nada?.
Tenía
cinco misiles nucleares balísticos intercontinentales en dirección a URSS y
sólo 10 minutos para tomar la decisión “de qué informar” a la dirección
soviética… Siendo perfectamente consciente que si informaba lo que todos los
sistemas confirmaban, desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.
Los
120 oficiales e ingenieros militares, con sus ojos fijos en él, esperaban su
decisión. Nunca antes en la historia, ni después, la suerte del mundo había
estado en manos de un solo hombre como en esos 10 minutos. El futuro del mundo,
o no, pendía de su decisión, mientras él luchaba entre si debía o no hacer
accionar el “botón rojo’’.
Pensó:
los americanos aún no tienen el sistema de defensa misilístico y saben que un
ataque nuclear contra URSS equivale a la aniquilación inmediata de su propia
población. Y aunque desconfiaba de ellos, sabía que no eran suicidas. Se dijo:
“Ese gran imbécil no ha nacido todavía ni siquiera en los EEUU.” Sabiendo que
si estaba equivocado una explosión 250 veces mayor a la de Hiroshima, ocurriría
sobre ellos pocos minutos después sin que pudieran hacer nada, fue capaz de
mantener la cabeza fría, de tener el coraje de escuchar a su instinto y
de ajustarse a la conclusión lógica que le indicaba el SENTIDO COMÚN. Y decidió
reportar un mal funcionamiento del sistema.
Paralizados
y sudando a mares, él y los 120 hombres a su cargo contaban los minutos que
faltaban para que los misiles alcanzaran Moscú… Cuando DE GOLPE, segundos
antes, las sirenas dejaron de sonar y las luces de advertencia se apagaron. Había
tomado la decisión correcta. Y salvado
al mundo de un cataclismo nuclear. Sus camaradas, empapados de sudor, se
lanzaron sobre él abrazándolo y lo proclamaron un héroe.
Él
se desplomó en su sillón y bebió más de medio litro de vodka sin respirar. Al terminar esa noche durmió 28 horas
seguidas. Cuando regresó al trabajo, sus camaradas le regalaron un televisor
portátil de fabricación rusa para agradecerle. Todos estaban vivos, gracias a la decisión que él había tomado.
Al
enterarse de lo ocurrido, su superior le dijo que sería condecorado por haber
evitado la catástrofe y que propondría crear un día en su honor. Pero no fue
así. Rusia no podía permitirse que EEUU y el pueblo ruso se enteraran de lo
sucedido. Fue reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a
un puesto de menor jerarquía. Y poco
después se le dio la jubilación anticipada.
Vivió
el resto de su vida en un modestísimo 2 ambientes en los suburbios de Moscú,
sobreviviendo con una mísera pensión de U$S 200
por mes, en absoluta soledad y anonimato.
Hasta
que en 1998, su comandante en jefe, Yury Votintsev, presente aquella noche,
reveló lo ocurrido, el llamado “Incidente del Equinoccio de Otoño” causado por
una rarísima conjunción astronómica, en un libro de memorias, que por
casualidad llegó a Douglas Mattern, Presidente de la Organización Internacional
de Paz, “Asociación de Ciudadanos del Mundo”. Y después de verificar tan
alucinante historia, salió en persona en busca de ese héroe anónimo al que
todos le debíamos estar AÚN en este mundo, para hacerle entrega del “Premio
Ciudadanos del Mundo”. La
única pista sobre dónde encontrarlo la recibió de un periodista ruso, que le
advirtió que tendría que ir sin hacer una cita porque su teléfono no
funcionaba, y su timbre tampoco.
Encontrar
su rastro en una fila enorme de complejos conventillos grises a 50 kilómetros
de Moscú no le resulto fácil. Uno de los vecinos a quien le preguntó le dijo:
“Usted debe estar loco. Si un hombre
que ignoró una advertencia de un ataque nuclear estadounidense realmente
hubiera existido, habría sido ejecutado. En esa época no había tal cosa como
una falsa alarma en la Unión Soviética. El sistema nunca se equivocaba.
Finalmente
lo encontró en el segundo piso de uno de los edificios. Sin afeitar y
desalineado, asomó la cabeza. “Sí, soy yo, pase.”. “Sentí que me encontraba con
Jesús cuando él abrió la puerta”, dijo Douglas Mattern. “Sin embargo, él estaba
viviendo como una persona de la calle. Cojeando, con sus pies hinchados, sin
poder caminar mucho y costándole ponerse de pie, me dijo que sólo salía para
conseguir provisiones”.
Además
de relatarles la historia más o menos como se las acabo de contar, este hombre
le diría: “No me considero un héroe; sólo un oficial que a conciencia cumplió
con su deber en un momento de gran peligro para la humanidad’’. “Sólo fui la
persona correcta, en el lugar y momento indicado”. “En un mundo tan lleno de
vanidosos que “pretenden” salvar algo cuando en realidad lo único que hacen es
daño a los demás y al planeta. En un mundo tan lleno de miserias, mezquindades,
egos, avaricia y ambiciones; la humildad de este hombre y su indiferencia por
la fama y la importancia, estremece profundamente”, dijo Mattern.
Después
de conocerse este hecho, expertos de EEUU y Rusia calcularon cuál habría sido
el alcance de la devastación según el arsenal con el que contaban y habrían
lanzado en ese momento. Y llegaron a la friolera de que entre 3 y 4 MIL
MILLONES de personas, directa e indirectamente, fueron salvadas por la decisión
que ese hombre tomó esa noche. “La faz de la tierra se hubiera desfigurado y el
mundo como lo conocemos, acabado”, dijo uno de los expertos.
Por
estos hechos el Coronel de marras, recibió:
•
El Premio Ciudadano del Mundo el 21 de mayo 2004.
•
El Senado australiano lo premió el 23 de junio 2004.
•
Fue honrado en las Naciones Unidas el 19 de enero 2006. Dijo que fue su “día más
feliz en muchos años.”
•
En Alemania, en 2011, el dieron el Premio Alemán de Medios, que reconoce a
personas que han hecho
contribuciones significativas a la Paz
Mundial, por haber evitado una potencial guerra nuclear.
•
Fue Premiado en Baden Baden el 24 de febrero del 2012.
•
Galardonado con el Dresden Preis en 2013.
•
Y el actor Kevin Kostner, realizó el
documental “El Botón Rojo” en su honor.
Hoy
en día continúa viviendo en su pequeño departamento de las afueras de Moscú,
con su pequeña pensión de u$s 200.- al mes, en relativo anonimato. Les dio la mayor parte del dinero de los
premios a sus familiares y guardó un poco para comprarse una aspiradora con la
que había soñado, y resultó defectuosa.
Cuando
me enteré de esta historia, lo primero que pensé fue si, cuando sus vecinos o
alguien lo reconoce al mirarlo, alguna vez pensó que esa persona, su familia,
descendencia y amigos están ahí gracias a él… Si cuando ve las noticias y todo
lo que pasa en el mundo, alguna vez se dijo que todo eso pasa por la decisión
que él tomo en
esos 10 minutos… Si cuando mira el sol salir o ponerse, alguna vez piensa que
tanta gente también lo puede hacer gracias a él… Y me pregunto cuánto Darma
puede ganar un alma humana que salvó miles de millones de seres humanos,
plantas y animales; a un planeta completo…
Ese
viejito que vive en un mísero 2 ambientes, en los suburbios de Moscú, con unos
míseros u$s 200.- mensuales…
SALVÓ AL MUNDO,
Y NADIE LO SABE.
¿Cómo
es posible que después de 32 años tan poca gente en el mundo sepa de él?
Me
resulta inconcebible y muy injusto.
Por
eso. En este nuevo aniversario de la decisión de sentido común que salvó al
mundo, sólo quería que conozcan al Hombre que la tomó con cuya foto se inicia
esta historia. Él es el Teniente Coronel “Stanislaw Petrof”.
--------------------------------------
Así
termina el escrito que me enviaron, y yo, el poeta Humberto… me pregunto… este Ex
Teniente Coronel ruso ¿sigue vivo? … No lo se. En la Internet no he encontrado
su deceso. Y si está vivo… ¿Por qué no ha sido honrado como merece? … Le
pregunto al viento, porque a lo mejor el viento es el único que me puede
responder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario