Tres verdades y
un epílogo de amor
Ø
1.- Nadie imagina la felicidad si no la ha conocido
Yo crecí siendo amado.
Privilegiado.
De chico jugaba
estudiaba…
y en mi hogar
ayudaba.
Mirando
y ayudando
aprendí a trabajar.
Nadie me obligaba.
Nadie me tocaba.
Nada era negro ni gris.
Yo era un niño feliz…
pero algo me faltaba.
Pasaron los años
y crecí.
Y al crecer morí
ante unos ojos extraños
en su hermosura…
y en su dulzura
Conocí la felicidad
y después de una vida
la perdí.
Aún siento
el tormento
de esa pena escondida.
Aún siento lo que se.
Aún siento lo que pasó…
Ella no se fue…
el Cielo se la llevó.
Ø
2.- Al añorar lo perdido… escribí…
Ella se ha ido
y yo sigo a su lado,
pero sigo perdido
por lo pasado.
Cincuenta y cinco años de amor pleno.
Cincuenta y ocho enamorado.
No hay vacío
en un vaso lleno.
Sólo es vacío...
lo olvidado.
Lloro
porque quiero llorar.
Imploro
porque soy libre para amar,
y recordar.
Junto a las olas rodando...
ella y yo caminando
y mi alma besando
su corazón enamorado.
Ø
3.- Y cuando me volví a sentir amado… cuando sentí a
ese nuevo corazón enamorado… escribí…
Bella
chiquita...
Bella
como estrella
bonita.
Bonita compañera.
Bonita
entera
pero triste...
No supiste
de amor.
No conociste
su tristeza...
No conociste
el dolor
de amar.
No sentiste....
la belleza
de su entrega...
cuando llega.
Cuando nubla tu razón...
para quedar...
adentro...
dentro
de tu corazón.
Pobre chiquita,
Bella
como estrella
bonita...
¿me quieres amar?
¿me das tu mano para caminar?
Epílogo:
Ø Y ahora…
nuevamente feliz… escribo…
Hoy camino sin olvidar…
ni añorar
mi pasado.
Y con esta niña bella
como una estrella…
he caminado…
sobre las olas del mar.
He caído…
he sufrido…
He sentido
pasar mis días…
con más alegrías
que agonías.
He vivido
lo que escribí
y sentí…
Nada de ello
será olvidado…
Porque es bello
y porque contiene todo el amor
y todo el dolor
de lo que he amado.
He envejecido…
y vivido…
Aún hoy…
yo soy
amado
y respetado.
Gracias Tierra mía
por todo lo que me has dado..
Gracias dulce fantasía
de un corazón enamorado.
Humberto Silva Morelli